Parece ser que ser español es algo parecido a lo que plantea este «documento» que ayer lanzaba Falange ante la final de la Copa del Rey (sucesora de la antigua Copa del Generalísimo, al igual que el rey).
Parece evidente que cuando se me tacha de algunas cosas debería tenerse en cuenta cómo podría yo identificarme con estos sentimientos tan «patrióticos».
Renuncio a explicar nada, porque el «aquellarre separatista», el «deber sagrado», los «enemigos de la patria», «terminar la ardua labor que nuestros antepasados empezaron», Cataluña y País Vasco como «cánceres de la nación»… no son términos adecuados para mi antipatriótico vocabulario.
Eso sí, parece que está claro que los que siguen tratando de restablecer los ideales de la «sacrosanta cruzada nacional» lo tienen claro, y recuerdan «con orgullo» las palabras de Millán Astray y los tiempos de poder imponer sus ideas con el bisturí del fascismo.
Lo que siempre me ha sorprendido es que si odian tanto a catalanes y vascos (así, en genérico, sin matices) por qué tienen tanto interés en que sigan en el Estado español. Y, junto a ello, ¿cómo podemos pretender que tantas personas de las diferentes zonas que integran el Estado español se sientan identificadas con una idea de una nación española plural cuando algunos españoles lanzan estas ideas de odio? ¿es ésta la idea de un lugar de convivencia? Y, sobre todo: ¿por qué tanta gente sigue identificándose con una bandera que representa estos ideales?
Estación claridad: vengo llegando 